Tomamos kilo y medio de John Woo, le agregamos algo de “Scare Face” (previamente edulcorado), y por último espolvoreamos un poco, sólo un poco, con algo de Hellblazer. Lo que nos queda es una película ultra violenta al mejor estilo de finales de los 70 disfrazada comercialmente (con clara intención de engañar al respetable) de historia paranormal del fin del mundo.
Lo primero que sentí mientras la veía era esa extraña sensación de que se trataba de una aventura gráfica, y no fui el único, pues quien me acompañaba me susurró eso mismo a mitad de la película. Las pistas se descubren con cuenta gotas y de una forma perfectamente secuencial. También las decenas de clichés (que se ven muy bien en un vídeo juego) inundan la película, hasta tal punto que es uno de esos clichés quien nos indicará claramente la identidad del verdadero “malo” desde el principio.
El ambiente de la película es tan opresivo como en los tebeos de Hellblazer (llevada al cine como Constantine) pero realmente sería más correcto compararla en este punto con El Cuervo. Pero no os dejéis engañar. Max Payne es una película policíaca con desarrollo muy lento pero con secuencias de tiroteo calcadas de John Woo (muchas balas y el héroe ni se despeina). Aquí nadie vuelve de la tumba, ni tampoco le persiguen los demonios.
Lo único que me gustó es la idea de la nieve convirtiéndose en cenizas durante la secuencias alucinatorias. Pero eso ya lo había visto en otra adaptación de un vídeo juego al cine.
Como curiosidad os dejo este corto:
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