Fue algo imprevisto. Ella me vio y se abalanzó sobre mí. Fue un abrazo febril, aturdidor, doloroso. Me llevo hasta la cama en medio del delirio. Extendió su abrazo y cubrió todo mi cuerpo de marcas. Algunas nunca desaparecerán.
Ahora que se ha ido, creo que nunca olvidare esos 10 días que compartí con Varicela en la cama.