Después de disfrutar varios días de los deliciosos frijoles de mi abuelita, ayer acompañe a las eternas Sandra y Tatiana a comer pizza (hecha en horno de leña) cerca de la Casa del Sol. Una de las mejores que he probado en mi vida. Supongo que es la ventaja de que muchos colombianos que emigraron, ahora estén retornando.
Pero la pizza tuvo su toque especial. Al servir los refrescos (sobremesa aquí) en botella y con sendos pitillos (pajitas), el mesero me pregunto si quería un vaso con hielo a mi únicamente. Me quede un poco perplejo, luego recordé que en Antioquia los hombres no usan pitillo para beber. ¿Qué diría Freud?
Otro detalle simpático fue que con la cuenta nos regalaron tres pitos (silbatos). De lo que deduzco que chupar de una pajita no es correcto, pero soplar un pito es perfectamente valido.
P.D.: Creo que ya estoy superando el duelo.
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