Como os comente en la entrada anterior acerca de mis visitas vacacionales, la razón principal era ver a mi familia. Como a todos gran parte de mi vida fue moldeada por mis padres; desde la forma de sonreír o pelearme hasta mi actitud ante los problemas que la vida te deja caer de vez en cuando, para mantener la trama interesante, ya sabéis. Con la escusa de las fotos me gustaría compartir un par de facetas de mi vida en familia.
Una parte muy importante de mi vida familiar en ese entonces era trabajar en el taller de artes aplicadas de mi papá.
La verdad es que hoy en día trabajo porque necesito comer y comprar películas, que si no… ¿La razón? Pues que trabajar con mi papá era un poco traumatizante. Sobre todo la parte en la que te prometía pagarte y luego se hacía el sueco. ¡Hey! Sé que era mi deber y tal, pero coño, por lo menos me podría haber pagado las horitas aunque fuese de una forma simbólica. Por lo del refuerzo positivo y todo eso.
Pero hay una razón más importante, de los tres tipos que trabajaban para mi padre dos eran unos bichos que se dedicaron a hacerme la vida imposible. Era más que todo una especie de guerra psicológica. Podríamos decir que uno era un ladrón en practicas y el otro… Dejémoslo en que mi mamá le llamaba «la lombriz intestinal» (muy acertadamente, por cierto).
Sólo Toto era una persona normal y decente, con una familia encantadora. Siempre fuimos muy amigos de ellos, eran todos ellos trabajadores, respetuosos, educados, alegres, eran en resumen la antítesis de los dos anteriores. Salíamos mucho a la playa juntos y, perdona Toto si lees esto, me encantaba ver a sus hermanas en traje de baño.
Hablando de transparencias, recuerdo una vez que pase una gran vergüenza porque las costuras de mi traje de baño se deshicieron literalmente con el agua del mar. Quede como un indígena con taparrabos. La hermana mayor de Toto, con muy buena intención, me presto unos pantalones cortos blancos de ella y la verdad es que eran casi peor que usar el «taparrabos». Al final tuve que madurar un poco mi sentido del ridículo, sacar mi hippie interior, y simplemente disfrutar del mar.
Otra faceta que no puede faltar en cualquier familia: las parrilladas.
Bueno, sé que habrá familias vegetarianas que harán una enorme ensalada, u otras que hagan campeonatos de ajedrez. Pero para la mía toda celebración era motivo de parrillada. Yo lo que es el Atari no lo cate (snif, snif…), y el primer TV a color lo compro mi mamá. Pero para mi papá existía una especie de nivel de flotación en la nevera, y su deber era que por debajo del mismo nunca viéramos bajar quesos, embutidos y filetes. Nada que ver con mi actual afición por los fideos instantáneos chinos y los cereales. Joder, como me recuerda eso a Scott Pilgrim.
Por cierto que tengo también una «Ramona» en común con Scott Pilgrim, pero eso os lo contaré en otro momento.
13 – Atragantada anual: con Juan Diego, Alejandro, Carlos Santiago, Javier, Carlos José, Katia, Karina, Carlos, María Gabriela y Francisco. Valencia, 3/8/90.
En la foto que está sobre estas lineas podéis ver a los chavalines que eramos hace 22 años. En esta foto por cierto salen los hijos de dos grandes amigos de mi padre: Carlos Rosales y Francisco Martinez.
En el siguiente capitulo vamos a por algo realmente bueno, vamos a por el gran festival Sacro, la gran Conga, ¡el 1er. Gran Festival Calasancio!
¿Cómo te acuerdas de tantas cosas? ¿Y de dónde sacaste esas fotos? Muy bueno el artículo.
Pues yo siempre he credo que casi no me acuerdo de nada. Si le pregunto a Alejandro se acuerda con pelos y señales de un montón de historias que yo ni idea.
Creo que por eso decidí hacer esta serie pera poder ejercitar la memoria y recuperas algunas cositas que estaban comprimidas en la trastienda de mi mente.
Un abrazo JD.